lunes, 3 de octubre de 2016

Café y tranvía. 135 años de la inauguración del Café Ambos Mundos.


Los cafés zaragozanos, al igual que en otras ciudades en el siglo XIX, representaron importantes lugares de reunión y encuentro. Lugares confortables, luminosos, espaciosos y en algunos casos ricamente ornamentados al gusto de la época, que invitaban a departir largo y tendido sobre todo lo que acontecía.

En Zaragoza hubo varios cafés de estas características que alcanzaron gran fama e igualaron en confort y lujo a importantes cafés europeos.  Monica Vázquez Astorga, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, recoge en un estudio titulado “Los antiguos cafés de Zaragoza en el siglo XIX” la existencia de estos espacios, su evolución y su importancia para la ciudad. De este artículo he sacado la información relativa a uno de los cafés decimonónicos más importantes con los que contó Zaragoza: El café Ambos Mundos.

El café de Ambos Mundos fue inaugurado el 3 de octubre de 1881; cumpliéndose hoy 135 años de la apertura de sus puertas. Sito en el actual Paseo Independencia, por aquel entonces aun conocido como Paseo de Santa Engracia, ocupaba toda una manzana entre las actuales calles Marqués de Casa Jiménez y Albareda.

 


 

La prensa local el 31 de diciembre de 1892 se hizo eco de un acuerdo habido entre el mencionado café y la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza:

“Han firmado un convenio “Café de Ambos Mundos“ y Los Tranvías de Zaragoza para poner unos coches gratuitos desde la Plaza de la Constitución al café y viceversa. El Café dará un billete por cada 25 céntimos de consumición y se podrá ocupar plaza una sola vez en cualquier coche ordinario, extraordinario o especial que circule por el trayecto. Habrá un tranvía especial desde la 1:30 a las 4:00 de la tarde los días no feriados y todas las noches de 8 a 11. Pondrán tres coches de modo que siempre haya uno en la puerta del café y otro en la Plaza de la Constitución.”

La línea Torrero era la que  pasaba por delante de dicho establecimiento, discurría por el lado de los pares del Paseo de Santa Engracia, saliendo del mismo por el vano correspondiente de la Puerta del mismo nombre para emprender su viaje hacia las playas de Torrero.

De la noticia podemos deducir la importancia de este café zaragozano, que ya llevaba 11 años abierto. Había inaugurado su alumbrado eléctrico en 1885 y  tres años antes de la firma de este acuerdo habría sido completamente remodelado. Así el dueño del café garantizaba a su clientela un buen servicio de transporte que lo conectaba directamente con la Plaza Constitución (actual Plaza de España), donde se encontraba el nudo de todas las líneas tranviarias existentes en ese momento.

Contamos con una pormenorizada descripción del establecimiento, publicada por El Diario de Zaragoza el día de su apertura:

[…] El salón, que ocupa toda la planta baja del edificio, tiene una longitud de 38m por 21 de ancho y 7 de altura. Además hay un gabinete en cada uno de los costados. Componen en ancho tres tramadas: las dos primeras se hallan debajo del edificio y forman la mitad del salón, están sostenidas por diez y ocho columnas de hierro en dos líneas, la otra mitad está cubierta con solo el tejado por corresponder al patio de luces del edificio, por cuyo motivo han sido innecesarias las columnas, obteniéndose la mitad del salón completamente despejado.

Doce arcos de los porches corresponden al salón y gabinetes, y dos puertas dan entrada al primero, si bien hay dispuestas otras dos, diez huecos con iguales dimensiones a las puertas existen en el salón en la fachada posterior y cuatro en cada uno de los lados dando entrada a los gabinetes, salón de billares y demás departamentos.

Doscientas ocho mesas de mármol se han colocado entre los gabinetes y las cuatro naves o divisiones en que se han distribuido longitudinalmente el salón. La pintura y dorado de este grandioso café es obra de Alejo Pescador, artista conocido en esta capital por otras obras de relevante mérito. Cuatro magníficas figuras que representan Asia, África, Europa y América se destacan en primer término; ellas y el techo de estilo pompeyano y todos los demás adornos y grupos de este salón corresponden por su mérito al crédito que como pintor hace tiempo que disfruta con justo motivo, el sr. Pescador[…].

 

 

Este imponente café cerraría sus puertas el 2 de septiembre de 1955, habiendo sido testigo de infinidad de historias contadas entre sus paredes.

 Por Nieves García-Arilla Oliver.

 

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