lunes, 18 de julio de 2016

La opinión popular sobre el tranvía ¡Vamos muy despacio! 1887


Dicen que la capital aragonesa no es una plaza fácil para el emprendimiento, y parece que no fue diferente en la cuestión que nos ocupa, y es que los inicios del tranvía de tracción animal en Zaragoza no fueron un camino de rosas. Al recopilar información  salían a la luz publicaciones de diversa índole sobre el tema y no podía sino sonreírme al ser consciente de que la historia se repite. La acogida tranviaria tanto entonces como ahora costó lo suyo, no faltaron detractores ni tampoco firmes defensores, que criticasen la idea o la ensalzasen como portadora de progreso y modernidad, para posteriormente ser admitida, e incluso adoptarla con cariño pasando así a formar parte del paisaje urbano y de la historia del día a día de los zaragozanos. Así fue durante los 17 años en los que se utilizó la tracción animal. 17 años en los que el tranvía pasó a ser un elemento más, que pareciera siempre hubiese estado ahí.

Si bien es cierto que las diferencias entre aquel tranvía inaugurado en octubre de 1885 y el nuestro inaugurado en abril de 2011 son considerables, algunas de las reacciones se nos antojan similares.

Buena muestra de este clima reacio al proyecto  lo encontramos en diversos pasajes de la obra ¡Vamos muy despacio! de 1887, editada 100 años después por “El Día de Aragón D.L”.



Tan solo dos años después de que se inaugurase la primera línea tranviaria y viviéndolo en primera persona, Joaquín Gimeno F. Vizarra, no solo como ciudadano sino como alcalde de la ciudad, nos ofrece una valiosa percepción del ambiente general reinante en torno al proyecto, nos habla de estas opiniones enfrentadas sobre el tranvía y de la acogida que tuvo en un primer momento, dejando también patente su apoyo personal a la iniciativa:

“…y llegó el día del comienzo de las obras. En cualquier otra población este hecho hubiera impuesto silencio a los murmuradores; aquí puede decirse que marcó el inicio de la guerra a los tranvías. Discutió extensamente el público sobre el asiento de los raíles, sobre la disposición general de la línea, sobre las curvas, sobre el material de toda clase y el que más y el que menos esperaba que el día de la inauguración del tráfico habría de ser para la empresa un verdadero fracaso. Hizose la prueba sin embargo, y  se vió que no había dificultad en la circulación: el primer ramal, de la Plaza Constitución a la estación de Cappa, podía abrirse a la explotación. Tocábamos ya la mejora con las manos y había llegado el instante de la satisfacción primera”

…”no a uno, a muchos que tienen obligación de discurrir, les oímos hablar en contra de los tranvías y cuando para explicar su actitud entrábamos en conversación con ellos casi siempre llegábamos al convencimiento de que la odiosidad obedecía a preocupaciones inconcebibles. Quien pensaba que el nuevo medio representaba para nuestra ciudad un nuevo gasto inútil, y para ciertas clases una carga insoportable, no reproductiva, quien defendía que venía a matar otras industrias; quien que había de ocasionar desgracias en la vía pública y todos se cuidaban más de inventar razones en contra, que de hacerse cargo de las que existían en pro…”

Las trabas burocráticas y administrativas y la continua lucha contra el fantasma de la paralización de las obras reflejado por Gimeno Vizarra es algo que también se puede contrastar en el libro de actas  de la Sociedad  “Los tranvías de Zaragoza” conservado en las dependencias de “Urbanos de Zaragoza” libro que se inicia el día 05/08/1885 día de constitución de dicha sociedad y en el cual se plasman las diferentes sesiones celebradas por la misma.

“…sin embargo, para muchos de nuestros convecinos era más entretenido y más patriótico poner en el camino de los tranvías piedras de todo género, y con esa creencia, comenzaron a ponerlas. Pasemos por alto la larga serie de reparos, autorizaciones, desautorizaciones, amenazas e inconvenientes gubernativos opuestos a la naciente empresa…”


Esta fotografía de hacia 1895 en la que se pueden contemplar 4 tranvías de diferentes líneas en la Plaza Constitución, fue rescatada del Archivo Provincial, (perteneciente a la Colección F. Monzón), por Jorge Almuni Ruiz, (Ingeniero, miembro de la junta directiva de la AZAFT). Y se utilizó como postal para la Lotería Nacional de la Asociación en 2007.

De los dos tranvías en primer término, podemos decir que el de la derecha pertenece a la línea Torrero, y el de la izquierda a la línea circunvalación. De los dos que aparecen en la lontananza, el de la izquierda está entrando a la Calle Don Jaime camino de la estación del Norte y el de la derecha no podemos apreciar si se aleja o se acerca hacia nosotros.

Casi como una lucha Quijotesca, como un empecinamiento personal y una batalla contra los elementos presenta Gimeno Vizarra la consecución de la empresa:

“…Todavía no nos damos cuenta de cómo hubo héroes que llegaron a constituir la sociedad constructora, porque si se hubiesen inspirado los accionistas en la voz general, ni una sola acción hubiera llegado a colocarse…”

“…recuerden nuestros abonados el dialogo que aún es fresco…

-          ¿Qué le parece a Usted de esto de los tranvías? Preguntaba un cualquiera a otro cualquiera.

-          ¡Que no vivirán¡ Zaragoza no tiene elementos suficientes para ello. Es imposible que prosperen.

Por Nieves García-Arilla Oliver.

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