lunes, 20 de junio de 2016

La foto




De cuantas fotos he tenido la suerte de poder admirar en estos tres años de investigación tranviaria, ésta es sin duda la foto que más me ha fascinado. Creo que he perdido horas mirándola con lupa. Es difícil describir la mezcla de sensaciones que me transmite.

Antes de entrar en materia me gustaría agradecer a la Familia Ríos, y a las personas que posibilitaron llegar hasta ellos, el haber accedido a que se publicase en este blog esta maravillosa fotografía perteneciente a su colección particular.

La primera vez que se pudo disfrutar de ella fue en la Exposición que Urbanos de Zaragoza, por aquel entonces Tuzsa, celebró en 2012 en el Paraninfo zaragozano, teniendo por título "Un viaje en el tiempo. Tuzsa el transporte urbano en Zaragoza".

La foto es una instantánea de la Plaza de la Constitución (actual plaza de España) tomada desde el Paseo Independencia. ¿Y cuál era el objeto de esta fotografía? Pues parece lógico pensar que la ya mencionada familia encargó a algún fotógrafo cuya identidad desconocemos, un testimonio gráfico para la posteridad de su recién inaugurada Farmacia, conocida popularmente como la Farmacia Ríos. Dicha Farmacia sita en Coso 43-45, en plena Plaza Constitución, se inauguró el día 24 de agosto de 1895 tras el traslado desde su anterior local emplazado en Coso 33.

El artículo de investigación publicado en 2004 por D. Ignacio Andrés Arribas y Dª Diana Heredia Ledesma sobre la saga farmacéutica zaragozana, nos aporta información acerca de dicho establecimiento farmacéutico, siendo este uno de los pocos casos en los que afortunadamente no hace falta que imaginemos lo que había dentro de las puertas de la Farmacia, ya que en 1990, la Diputación Provincial llegó a un acuerdo con la Familia Ríos para ubicar todo el mobiliario y decoración interiores en el Servicio de Farmacia del Hospital Real y Provincial de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, donde se encuentra hoy, junto a la farmacia de 1881 del propio Hospital.
Desconocemos, como ya he dicho, el autor de la imagen, y también las fechas en las que habría sido tomada, hipotetizaremos pues con un invierno (por la indumentaria de los personajes que aparecen) barajando un periodo de tiempo de 7 años, que abarcaría de 1895 (fecha de inauguración de la Farmacia) a 1902 (fecha de electrificación de los tranvías).

La fotografía tomada, aparte de la altísima calidad técnica que la convierte en una foto artística en sí misma,  nos permite apreciar detalles que son imposibles de detectar en otras fotografías coetáneas. Ya sea por la técnica usada por el fotógrafo o por el lógico deterioro ocasionado por el paso de los años, esta notable definición de la imagen hace que sea un interesantísimo documento histórico.
Delante de la flamante farmacia reconocemos tres tranvías, dos de ellos van a cruzarse. El más cercano al espectador está girando en el bucle de la Plaza, se trata de un tranvía de Torrero. La calidad de la fotografía nos permite ver al conductor situado en la plataforma delantera (que se ocupaba de la conducción y la atención a las mulas) y adivinar su largo abrigo y su gorra, uniforme oficial de invierno de los conductores de la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza, y en la plataforma trasera al cobrador (cuya tarea era el cobro de las tarifas y el control y la atención a los viajeros). Sabemos que el reglamento de circulación de Tranvías del Ayuntamiento zaragozano, allá por 1890,  marcaba el acceso a dichos transportes por la plataforma trasera y la salida por la delantera.


Para terminar, pondremos nuestra atención en otra serie de puntos. El primero, el adoquinado de la plaza, que minimizaba los descarrilamientos en esta zona de la ciudad, y correspondía a los pasos de peatones, ya que al no estar pavimentado, se formaba barro cuando llovía. El carril utilizado ya es Phoenix, es decir de garganta, como los actuales. El segundo punto, los letreros de los locales comerciales de la época y por último no me gustaría concluir sin destacar la profusión de capas y sombreros de bombín que adornan a los viandantes.

Por Nieves García-Arilla Oliver.

viernes, 10 de junio de 2016

La Inauguración

La inauguración del primer ramal del tranvía zaragozano.

La inauguración de la primera línea de tranvía en Zaragoza, que iba de Pza. Constitución (actual Plaza España) a la Estación de Cappa, conocida también como Estación del Bajo Aragón o de Escatrón (actual Plaza Utrillas), tuvo lugar el día 17 de octubre de 1885 y constituyó un momento importante en la historia de la ciudad. Aunque se habían realizado grandes esfuerzos para que la línea pudiese ser estrenada en las Fiestas del Pilar de ese año, diversos problemas burocráticos y con las empresas proveedoras del material móvil (esto es, de los coches) hicieron que se dilatase la llegada de este medio de locomoción.

Este hecho coincidía en tiempo con la inauguración de la tan ansiada Exposición aragonesa, impulsada por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, que ya había debido ser retrasada debido a una epidemia de cólera morbo que había azotado al país y cuya apertura se realizó tan solo 3 días después de la inauguración del tranvía.


Como sede de la Exposición, se había encargado al joven arquitecto Ricardo Magdalena la construcción de lo que posteriormente se dedicaría a Matadero Municipal, sito en la Calle de Miguel Servet, que afortunadamente hoy sigue en pie y que se encuentra en la misma calle que la mencionada Estación de Cappa, final de esta línea.

Contamos con una noticia del Diario la Alianza Aragonesa, del mismo día 17 de Octubre de 1885 por la tarde, en la que hace se referencia a esta inauguración oficial del tranvía zaragozano.

Esta mañana se ha verificado solemnemente la inauguración oficial del tranvía….”

“…Los dos tranvías han recorrido el tramo desde la Plaza de la Constitución a la estación de Cappa sin dificultad alguna. Los cruces se hacen perfectamente…”

“…Los coches construidos en Barcelona son de muy buenas condiciones. En el primero iban 40 personas cómodamente, relativamente hablando”

Sabemos también que se celebró un almuerzo en el final de la línea (estación de Cappa) en el que se pronunciaron varios brindis y se escuchó la jota aragonesa.

Así se iniciaba la explotación de esta primera línea, que inauguraba una serie de 6 ramales que serían construidos entre 1885 y 1887, todos con inicio en la Plaza de la Constitución, actual Plaza España. Primera línea que realmente se correspondía con lo que el Pliego de Condiciones Particulares estipulado por el Ministerio de Fomento en 1884 denominaba ramal 3, dicho sea de paso.

Testimonio de uno de los primeros viajes del tranvía, en este caso el día de la inauguración de la Exposición aragonesa, (tan solo 3 días después de la inauguración oficial tranviaria) nos ofrece de primera mano D. Juan Moneva i Pujol en su libro Memorias, publicado de forma póstuma en 1952:

Vi salir el tranvía número 1; arrancó a las 11 de la mañana, de frente a la vieja del Coso- una muñeca de mecanismo que tenía Plácido Agreda, el peluquero, en su escaparate donde hoy el Banco de España presenta sus invariables paredones- Paró el tranvía frente a la calle del Romero, en consideración a tres señores muy respetados que allí lo esperaban vestidos de etiqueta: Don Simón Sainz de Varanda y Cañedo, regidor de la Ciudad,, teniente de Alcalde; Don Desiderio de la Escosura y Fernández de la Agüera, Regidor, Director de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, el que iba a inaugurar la exposición, ambos ornados con las gías o chías rojas de la Ciudad, que ahora llamamos bandas; y Don Modesto Torres  y Cervelló, catalán, ingeniero industrial, Secretario de la misma Sociedad y de la Exposición; eran, los tres, inquilinos de la misma casa, esquina derecha de la calle del Romero; Torres, del entresuelo, Sainz de Varanda, del principal; lo llamo inquilino y puede llamarlo dueño, pues todo el inmueble era de su mujer Doña Ramona Banquells, hija de un difunto banquero catalán; Escosura, del segundo.

“El tranvía nos llevó a la puerta de la Exposición; entramos-los invitados- en el patio principal: había allí una compañía del regimiento del infante, con bandera y música, para hacer honores a quien los tuviera….”

Otro de los cronistas zaragozanos, D. José Blasco Ijazo,  también hizo referencia al tranvía decimonónico y al día de su inauguración en su recopilación de artículos “¡Aquí Zaragoza¡”. En el año 1950 registraba este testimonio, que entendemos le trasladarían por tradición oral, en un artículo titulado “Historia a través de lejanos recuerdos”:

“! Gran día para Zaragoza ¡La gente rebosaba de alegría, había cesado oficialmente la epidemia de cólera morbo asiático que tantos estragos causó, al natural contento sumábase la satisfacción por la apertura de la Exposición y la de inaugurarse el mismo día el “primer ferrocarril que circulaba por vía pública” definición exacta del tranvía, según el derecho administrativo.

El paso del nuevo vehículo conduciendo a las autoridades e invitados que se dirigían a inaugurar el certamen, constituyó un acontecimiento en la vida local. Iba sobre carriles, tirado por caballerías y engalanado convenientemente. Al llegar al flamante edificio del matadero- obra del arquitecto municipal Don Ricardo Magdalena- los muchos curiosos que seguían la marcha lenta del tranvía aplaudieron entusiásticamente. Ya tenía Zaragoza este adelanto: la primera línea, la del Bajo Aragón…”

Desafortunadamente no contamos, o al menos no me consta su existencia, con fotografías de ese día, pero podemos hacernos una idea de la pompa del evento gracias a dos dibujos realizados por Marcelino de Unceta, en los que no aparecen tranvías.


Uno de ellos representa el momento del discurso de apertura de la Exposición hecho por el presidente de la RSEAAP, Desiderio de la Escosura, y el segundo representa la recepción por las autoridades del Cardenal Benavides bajando de su coche de caballos a su llegada a la exposición. Podemos apreciar a personajes que llevan las chías  de la ciudad, con lo que pudieran ser alguno de los personajes mencionados por Moneva.



Por último, no quiero olvidarme de un testimonio del que no hay documentación, ya que llegó a mí en una de las interminables charlas con mi abuela y mi tío sobre este particular. Mi tatarabuela Emilia Torres Martínez (una de las cuatro hijas que Modesto Torres Cervelló tuvo con María Martínez Salazar) contó en varias ocasiones, en tono jocoso, que la versión oficial del primer viaje del tranvía dada por cronistas y prensa de la época no sería del todo cierta, ya que se jactaba de haber sido ella quien junto a una de sus hermanas, teniendo por aquel entonces apenas 11 años,  habría recorrido la noche anterior a la inauguración esta primera línea, durante las pruebas previas de rigor para que todo saliese a pedir de boca.

Pero hasta llegar a este 20 de Octubre de 1885 hubo que recorrer un largo camino que empezaría unos cuantos años antes, allá por 1871, cuando D. José Gómez de Ruverte formuló al ayuntamiento zaragozano la primera solicitud formal para la implantación de un sistema de transporte público sobre raíles, seguiría en 1882 con la agrupación de las solicitudes hechas por tres personas (Miguel Mathet y Coloma, D. Fernando Beltrán y Aguado y D. Modesto Torres Cervelló) que presentaron proyectos separadamente y que acabarían aunándose en pos de la consecución de un proyecto de transporte público para Zaragoza, lo que desembocaría en  la fundación el 5 de agosto de 1885 de La Sociedad Los Tranvías de Zaragoza y en el inicio de la construcción de las líneas. 

Todo ello será el contenido de los próximos posts de este blog que arranca aquí.

Por Nieves García-Arilla Oliver.

Presentación

Zaragoza en tranvía de mulas 1882-1902 por Nieves García-Arilla Oliver

     “Zaragoza en tranvía de mulas 1882-1902”, surge con la intención de dar a conocer un corto pero significativo periodo de tiempo de la historia de Zaragoza, que en principio comprendería desde 1882, año en el que se redacta el proyecto de un tranvía de tracción animal para la ciudad, hasta su electrificación en el año 1902.

     Teniendo como leitmotiv este medio de transporte que tan pintoresco se nos antoja ahora, pero que formó parte de muchos de los paisajes urbanos decimonónicos de todo el mundo, este blog pretende ser un paseo en uno de esos carruajes tirados por mulas - cerrados en invierno y abiertos en verano -  para rememorar la Zaragoza de aquella época, su urbanismo, arquitectura, paisaje y paisanaje, como ya hiciera en 1.908 J. García Mercadal en su libro: “Zaragoza en tranvía”, es decir, sólo seis años después de la electrificación tranviaria.

   ¿Y por qué un paseo en tranvía de mulas…? 

     Hace unos años, algún dato suelto y una suerte de anecdotario familiar en torno a la figura de quien precisamente fue, primero autor del proyecto y posteriormente concesionario del tranvía y gerente de la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza, empezó a suscitarme un particular interés por el tema. Se trataba del ingeniero Modesto Torres Cervelló (1838-1896), un personaje para mí paradójicamente cercano y lejano a la vez, cuyo inexplicable (e inexplicado) anonimato en los registros públicos pese a su relevante presencia en los grandes acontecimientos de aquel momento, resulta, más de un siglo después de su fallecimiento, digno de atención.

    Así fue como comencé a buscar información sobre él, y de su mano, sobre la ciudad en las postrimerías del siglo XIX y sobre los tranvías de sangre, de tal manera que la documentación y la información, mucha de ella ignorada por los no especialistas en el tema y depositada tanto en archivos oficiales como en archivos familiares, surgió con una profusión inesperada y por su volumen, también sorprendente.

    Pero quizá, el punto de inflexión de ese incipiente interés fue cuando Javier y Fernando Mendiz Carpi - también, como yo, descendientes de Modesto Torres Cervelló - me proporcionaron un dossier digitalizado con la documentación intacta del proyecto original del tranvía de mulas zaragozano, firmado en enero de 1882. Desde ese momento consideré que era una historia que merecía la pena ser contada, tanto la de ése proyecto en concreto, cuanto la de los variopintos planteamientos e iniciativas anteriores para articular un servicio de transporte público urbano en Zaragoza, y sin lugar a dudas también, para poner en valor las ilusiones y vicisitudes de un personaje, a mi juicio injustamente olvidado, cuyos conocimientos técnicos y empresariales aplicados al desarrollo de nuestra ciudad, resultan claves para entenderla en la actualidad.


Bienvenidos a Zaragoza en tranvía de mulas 1882-1902.

Por Nieves García-Arilla Oliver.


Zaragoza en tranvía de mulas 1882-1902 by Nieves García-Arilla Oliver


     "Saragossa  in mule-drawn tramway 1882-1902" has the aim of bringing to ligth a short but significant period in the history of Saragossa, from 1882, when a project of an  animal-drawn tram for the city was planned, to its electrification in 1902.

        Having as leitmotiv this means of transport which  seems so picturesque  to us now, but  which became part of many of the nineteenth-century urban landscapes all over  the world, this blog is intended to be a ride in one of those carriages pulled by mules - which were closed in winter and open in summer -and also to remember the Saragossa of that time, its urban planning, architecture, urban landscape and the people living there, as  J. Garcia Mercadal showed in his book: "Zaragoza en tranvía" in 1908, only six years after the tram electrification.

         And why a mule-drawn tram ride ...?

        A few years ago, some random information and a family anecdote about the man who was, first the author of the project and then came to exploit the service and managed  the  Sociedad los Tranvías de Zaragoza, began to arouse my interest in this topic. He was an  engineer called Modesto Torres Cervelló (1838-1896),  paradoxically both a nearby and distant character to me, whose unexplainable (and unexplained) anonymity in public records despite his significant presence in the great events of that time, a century later proves to be worthy of attention  after his death.

      That was how I began to search for information about him, about  the city in the late nineteenth century, and also about the so called blood trams or trams pulled by horses, so that the documentation and the information, much of it ignored by nonspecialists in the subject, and deposited both in official files and family records, came up in an unexpected profusion.

       But perhaps the turning point of this emerging interest was when Javier and Fernando Mendiz Carpi -  descendants of  Modesto Torres Cervelló as I am - provided me with a digitised file with intact documentation of the original Saragossa  mule-drawn tramway, signed in January 1882. From that moment  I felt it was a story worth telling, both the one about that specific project, and the story about the various approaches and previous efforts to coordinate  urban public transport in Saragossa, and no doubt, to value the virtues of a character who in my opinion was unjustly forgotten, whose technical and business knowledge  applied to the development of our city, are key to understanding it these days.

Welcome to Saragossa in mule-drawn tramway 1882-1902

By Nieves García-Arilla Oliver